miércoles, 8 de mayo de 2013

THE GREAT ESCAPE (C64)

¡Hola amiguitos! Aquí estamos con un nuevo review que esperamos guste tanto como el de ayer. Hoy vamos a revisar un clasicazo de Commodore 64 por lo que sólo puede correr a cuenta de nuestro amigo JAM, mil gracias, como siempre.










En perfectísimo estado, como suelen llegar estos juegos, que parecen recien comprados.


Corre 1986,  cuando OCEAN lanza este juego que nos llega distribuida por ERBE, sale por supuesto para otros sistemas resultando un programa muy cuidado en todas los sistemas. Se trata de una aventura isométrica 2d con scroll multidireccional.






The Great Scape nos trasladaba a plena segunda guerra mundial. Hemos sido apresados y nos encontramos en un campo de prisioneros en la Alemania Nazi.  Las tropas alemanas han establecido un pequeño campo de prisioneros donde hemos ido a recaer junto con un buen puñado de compañeros de armas como ya ocurriera en la película de mismo nombre. Como en los juegos actuales cuenta con una pequeña introducción con los gráficos del juego Desde el momento en el que el anónimo protagonista oye la sirena que marca la formación matutina para la entrada al comedor, y que le hace salir de su destartalado camastro, su mente, al contrario de lo que expresan sus dóciles actos, sólo piensa en una cosa:  Escapar.
 









Al contrario que muchos juegos de la época está lejos de ser el clásico mata-mata donde van saliendo enemigos y debemos irlos abatiendo antes de que nos derriben o no. El desarrollo es más pausado, es necesario un tiempo de habituarse. La primera diferencia, siendo casi una rareza que hubieramos agradecido en la clásica Abadía del Crimen, si dejamos el control del protagonista, el ordenador pasará a un manejo automático dónde sigue a rajatabla la rígida rutina del campo: formaciones, comidas, tiempo de gimnasia y horas de dormir.






Una vez conozcamos la vida en la prisión, horarios y rutas de los guardias, es cuando podemos colarnos por sus rígidos engranajes para explorar zonas prohibidas, recoger los objetos que la cruz roja ha dejado para nosotros y, sobretodo, reunir lo necesario para la fuga. El mapeado es amplio, para un juego de la época y, lo que es mejor, coherente. Había barracones de prisioneros, edificios donde estaban las cocinas o viviendas de los soldados, zonas de gimnasio e incluso túneles secretos a los que accedíamos moviendo los muebles tras nuestro catre y que conectaba distintas zonas. Todo rodeado por la omnipresente valla de alambre, algunas partes incluso protegidas por perros, y una sola puerta de entrada, permanentemente vigilada. 




Necesitábamos ser reflexivos y pacientes pero no llegaba a ser aburrido, siempre pendientes de poder salir de la formación, coger ese traje de guardia, disfrazarnos y recorrer los barracones de soldados. En el campo de concentración había repartidos multitud de objetos que nos servían o bien para recoger otros o bien para huir. Pues no solo consistía en salir del campo en sí, relativamente fácil si se disponía de la tenazas que rompía la verja, sino que además teníamos que llevar un pasaporte y una brújula que impediría que nos volvieran a capturar una vez fuera.




La cosa se complicaba al poder llevar solamente 2 objetos simultáneamente, lo que hacia que debíamos hacer múltiples y peligrosas escapadas a los límites de la verja. Al ser prisioneros no teníamos armas con la que defendernos de los soldados, así que la única manera de que no nos cogieran si violábamos las normas era huir de ellos o disfrazarnos. Aún así, siempre estaba el temible comandante, que era capaz, a diferencia de sus palurdos subordinados, de descubrir el engaño y de poner nuestros huesos en una celda de incomunicación.




Este castigo hacía que nuestra moral, representada por una contador (una bandera en otros sistemas )que iba decreciendo , bajara con el peligro de quedar completamente desmoralizados y nos resignáramos a una dócil estancia. Para recuperarnos podíamos utilizar objetos o recoger objetos, porque no hay cosa que levante la moral al jugador y a nuestro soladado que pensar o saber que estamos avanzando.







Graficamente, aunque casi ausente de color resulta completamente detallado y con gráficos perfectamente definidos. La animación es buena aunque el scroll podría ser más suave.  En su perspectiva isométrica los personajes son de buen tamaño y hasta apreciamos la diferenciación entre día y noche.

La cuestión sonora es bastante anecdótica, ya que no hay música y los sonidos cumplen sin sorprender. No obstante  es posiblemente el punto más flojo y oscuro del juego. Se lo perdonamos.

La jugabilidad es simplemente maravillosa, excelente. Simplemente hay que leer todo el artículo para darse cuenta de la grandeza de este videojuego que puede ser catalogada de obra de arte.






Sólo tenemos una curiosidad al respecto.

-Es uno de los pocos juegos donde no se puede morir, que ahora puede parecer muy normal,  pero por aquel entonces era bastante raro.

Hasta aquí por hoy, muchas gracias a JAM.

Si queréis donar alguna consola, ordenador clásico, videojuegos o relacionados. Enviad un correo a donatuconsola@gmail.com y ya os comentamos como hacerlo. 




4 comentarios:

  1. Me sorprende que exista este juego. Un post realmente bueno e inspirado.

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  2. Muchas gracias Verion, si tienes tiempo, no dejes de probar el juego que seguro que te llevarás una grata sorpresa.

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    Respuestas
    1. wow parece complejo para la epoca, como bien decis, de la epoca del mata-mata
      lo voy a probar

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    2. Claro que sí, echale unas partidas que seguro que te sorprende ;)

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