¡Hola amigos! Ya estamos aquí para traeros una nueva review, que estamos seguros de que la estabais esperando.
De nuevo se trata de un juego de Commodore 64 y el donante un habitual de la página, JAM. Muchas gracias, como siempre.
Podemos decir que nos ha llegado otro juego como recién comprado, pues está en perfectísimo estado.
Sobre la portada sólo podemos decir que sin ser nada del otro mundo, tiene un encanto especial porque se ve que está pintada a mano con lápices de colores y acuarelas.
Una deconocida Aracana Software desarrolla este peculiar juego de Estrategia/preguntas, que saldría para varios ordenadores de la época allá por 1986. De la distribución se ocupó MCM software.
Este juego nos recuerda bastante a Furia de Titanes. Nos referimos a la película
clásica; ¿la habéis visto? Si es así, quizás os acordéis de aquella
especie de maqueta que Zeus tenía y con la que decidía los destinos de los
hombres. Y eso es en definitiva lo que se intenta representar en este juego.
Powerplay es una especie de curiosa mezcla entre ajedrez y Trivial Pursuit. Pueden participar de dos a cuatro jugadores (en el último caso, dos de ellos lo harán con joystick y los otros dos con sendos grupos de teclas), cada uno comenzando en una esquina del tablero con su "equipo" de personajes mitológicos, compuesto inicialmente por tres Hércules y un Cíclope.
Y decimos inicialmente, porque a lo largo de las partidas, los héroes y monstruos
ganarán o perderán poder y mutarán en formas distintas. En total, hay
cuatro, que son, de menos a más fuertes, las siguientes:
- Hércules: En la mitología era un tipo fortísimo, pero
aquí no tiene ni media guantada -por no decir otra cosa-. Como es la pieza de menos rango, si pierde
poder, desaparecerá del tablero.
- Cíclope: ya sabéis... los gigantes de un solo ojo. No se puede decir que los
de este juego den mucho miedo, precisamente. ¿Quién no recuerda a Polifemo?
- Minotauro: Un guerrero muy poderoso que fue maldecido por los dioses.
- Sátiro: Llama la atención que el criterio que
parece seguirse en el juego para determinar el poder de una pieza, sea su fuerza
física y cuando llegas a la más potente, te encuentras con este bichejo nefasto
de patas de cabra y bastante mala idea, que no recuerdo que en ninguna leyenda
se caracterizara por sus músculos. Aunque bien pensado igual es al revés.
El objetivo final, por supuesto, es eliminar las piezas de tus oponentes.
Esto se consigue degradándolas, o sea, logrando que caigan de categoría hasta
que pasen de Hércules a la nada. Y eso no lo haremos a golpes, ¡sino a preguntas!
Para mover una pieza por el tablero, hemos de posicionarla en una de las
casillas que lo componen (siempre de una en una). Las hay de cinco tipos:
- Verdes: preguntas de ciencia y tecnología.
- Rojo: deportes y ocio.
- Azul: conocimiento general.
- Amarillo: historia y geografía.
- Celestes: son en realidad teletransportadores. Cuando situemos una de nuestras
piezas en una de estas casillas, podremos hacer que se materialice en cualquiera
de las otras tres del mismo color.
Si una pieza contesta correctamente suficientes preguntas, el programa nos
ofrecerá la posibilidad de mutarla. Si la aceptamos, se convertirá en la
siguiente criatura en el escalafón. Si no, permanecerá en su forma actual,
aunque será la más fuerte de su rango. ¿Y en qué influye esa fortaleza? Pues
en la dificultad de las preguntas, que irá in crescendo. Si fallamos
demasiadas, se dará el proceso contrario, es decir, la pieza caerá un nivel de
poder (aunque ningún Hércules puede desaparecer del tablero por contestar
incorrectamente a muchas preguntas).
Para responder una pregunta
hay un tiempo límite que varía en función de la dificultad elegida al
principio
de la partida. En el nivel más fácil, dispondremos de 10 segundos y, en
el más
complicado, sólo 2'5.
Aunque quizás lo más interesante del juego sean los desafíos entre piezas.
Es el movimiento que un jugador hace para eliminar a una pieza de un rival. Pero
el éxito no es inmediato, sino que deben enfrentarse ambos contendientes a una
pregunta. Es como en esos concursos en los que los participantes tienen que apretar un pulsador, lucecita o similar, rápidamente, antes que los demás,
para contestar la pregunta.
El que responda antes y correctamente, vencerá y hará que el rival caiga
un nivel de poder (o desaparezca si era un Hércules). Claro, que si uno se
precipita y contesta pronto, pero incorrectamente, será su pieza la que se
degrade. ¿Y qué sucede si el tiempo límite expira sin que ninguno de los dos
contrincantes responda nada? Pues que el retador, o sea, la pieza que inició el
desafío, moviéndose hacia la casilla del rival, será la que pierda un nivel.
Graficos: El fondo es divertido y colorista, pero sólo hay una pantalla. Las piezas
son bastante simplonas y ni siquiera están animadas. Pasan de una casilla
a otra saltando y las mutaciones se representan haciendo
girar sobre si mismo a un personaje cada vez más rápidamente, hasta que
emerge con su nueva forma. Por lo que los calificamos de muy flojitos.
Sonido:La música de presentación es una versión más bien poco afortunada de
The Halls of the Mountain King (¡y la cantidad de veces que ha aparecido
en los videojuegos ese tema!) y aparte de un par de tonadillas, poca cosa
más. Los efectos de sonido son escasos, pero están a un nivel algo más
alto.
Jugabilidad: Con dos jugadores puede resultar muy, muy entretenido. Con más quizás
sea un jaleo (especialmente, por el barullo de manos sobre el teclado
que se debe de formar). Hay preguntas más que de sobra, lo que asegura
diversión para rato a los seguidores de los juegos de preguntas.
Curiosidades:
-En España tuvimos el honor de tener una versión traducida. De hecho en español está la de nuestro museo.
-Un poco de publicidad de la época.
Y eso es todo por hoy. Muchas gracias a JAM
Si queréis donar alguna consola, ordenador clásico, videojuegos o
relacionados. Enviad un correo a donatuconsola@gmail.com y ya os comentamos
como hacerlo.
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